La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el estrés afecta a más del 90% de la población mundial, siendo considerado un factor agravante global. Y en tiempos de pandemia, cuando todo es incertidumbre, el problema tiende a agravarse y puede desencadenar o agravar otras enfermedades. Este es el caso del acné.
¿Relación entre el acné y estrés?
Para explicar esta relación entre el acné y el estrés, es importante delimitar: el cuerpo y la mente están directamente conectados. La piel puede considerarse un órgano visible de comunicación y percepción que conecta con el sistema nervioso. Esta conexión entre el mayor órgano del cuerpo humano y dicho sistema hace que se produzcan influencias entre el cuerpo y la mente.
Es una calle de doble sentido. Los mensajes de comunicación entre el sistema nervioso y la piel se realizan a través de sustancias químicas, conocidas como neuropéptidos, capaces de transmitir el código de los pensamientos realizados en la mente directamente a la piel. Invirtiendo esta dirección, la piel también envía mensajes al cerebro a través de mediadores químicos que son producidos por sus células, transportados al sistema nervioso central por la sangre o incluso por los nervios, lo que provoca los pensamientos.
Por lo tanto, podemos decir que el estrés es un factor psicológico que afecta a la piel, ya que puede provocar cambios hormonales que favorecen la aparición del acné o el empeoramiento de la condición acneica. Además, tratar el acné, ya que la piel es un órgano extremadamente expuesto, como una tarjeta de visita, también puede causar daños emocionales.
¿Hay tratamiento para el acné?
La respuesta es sí. Existen varios tipos de tratamiento con medicamentos, cosméticos, entre otras opciones. Cada caso es un caso. Lo ideal es buscar un dermatólogo de confianza para que evalúe su estado. Y si cree que el estrés puede estar agravando su problema, el seguimiento con un psicólogo es esencial.